miércoles, 10 de agosto de 2011

Hasta la cumbre

Hace unos días terminé de leer el libro “Hasta la cumbre” que narra los últimos ejercicios espirituales conducidos por Pablo Domínguez, sacerdote y alpinista de 43 años, doctor en Teología y Decano del San Dámaso, quien murió justo la tarde que los finalizó descendiendo El Moncayo. Pablo cumplió su ideal.


Las grandiosidades diarias, el éxtasis sentido, lo sencillo... sonriendo sin más: eso mismo da vida.

Ahora estoy de vacaciones, las estoy dedicando a:

  • ·         trabajar un poquitín
  • ·         la lectura
  • ·         escribir
  • ·         dedicarme a los míos

En este punto me detendría hoy ya que durante el curso el estrés nos come o, quizá, nos dejamos comer por él. No me he ido de viaje ni estoy haciendo nada” extraordinario” tan solo, de forma natural, con tiempo y desde mi soledad intento disfrutar de las personas:

  • ·         familia
  • ·         amigos
  • ·         conocidos
  • ·         … hacer de lo cotidiano, no una rutina sino algo “novedoso”
Y hasta puedo, medianamente, encajar desde mi libertad lo que me toca digiriendo las señales en el sendero, materializando consciencia al paso con coherencia, fruto del raciocinio y de la oración, los cuales me dan alas esperanzadoras (pincha aquí cuando termines de leer) para emprender vuelo y/o aterrizar si es preciso.
Es indudable, la peor miseria que me debo superar soy yo misma, he ahí, a la vez, el máximo esplendor.
Ahora sigo leyendo el libro “El nombre del viento” de Patrick Rothfuss, pleno relato alusivo a Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Que así sea.